¿Falta de identidad? ¿Quién soy?
Nuestra identidad en Cristo: Según la Biblia
Nuestra identidad es un concepto profundamente influenciado por factores culturales, familiares, y las percepciones personales. Sin embargo, como creyentes, es crucial que nuestra identidad sea definida por la Palabra de Dios, no por las expectativas del mundo o nuestras propias limitaciones. A través de las Escrituras, podemos entender mejor quiénes somos en relación con Dios, con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
¿Quién soy para Dios?
A pesar de nuestras imperfecciones y debilidades, Dios nos ha otorgado una nueva identidad que no se ajusta a los estándares del mundo. En Cristo, somos transformados y llamados a ser embajadores de Su mensaje.
2 Corintios 5:20 - "Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios."
Dios nos ha hecho Suyos y nos ha confiado una misión: ser embajadores de Cristo en un mundo que necesita reconciliación con Él. Esto nos da un propósito y nos da identidad como instrumentos de Su paz.
1 Pedro 2:9-10 - "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia."
Dios nos ha llamado a ser Su pueblo, una nación santa, un pueblo escogido. Este es un recordatorio de nuestra nueva identidad en Cristo, transformados por Su misericordia y destinados a anunciar Su gloria. No somos lo que éramos, sino lo que Él ha hecho en nosotros.
¿Quién soy para mí mismo?
Si nuestra identidad depende de lo que pensamos sobre nosotros, es esencial mantener una perspectiva bíblica para evitar caer en orgullo o en una autopercepción distorsionada. La Escritura nos enseña a pensar de manera equilibrada y conforme a lo que Dios ha dispuesto para nosotros.
Romanos 12:3 - "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno."
Debemos evitar tanto el orgullo como la inseguridad. La clave está en pensar de nosotros mismos con humildad y de acuerdo con la medida de fe que Dios nos ha dado. Nuestra identidad no debe depender de comparaciones con los demás, sino de la gracia y el propósito de Dios para nuestras vidas.
¿Quién soy para el mundo?
El mundo tiende a medirnos según criterios superficiales y de apariencia, pero nuestra verdadera identidad debe ser buscada en nuestra relación con Dios. No debemos preocuparnos por agradar a los demás o por cuidar una "buena imagen" externa, sino por ser fieles a lo que Dios nos ha llamado a ser.
Hebreos 12:1 - "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante."
La "nube de testigos" mencionada en este versículo no se refiere al mundo, sino a los creyentes que han perseverado en la fe, como se describe en el capítulo anterior (Hebreos 11). Estos testigos nos animan a despojarnos de las distracciones y los pecados que nos pesan, y a enfocarnos en correr con paciencia la carrera que Dios nos ha asignado.
Nuestra identidad debe ser formada por lo que Dios dice sobre nosotros. Somos Su pueblo, llamados a ser embajadores de Cristo, a pensar con humildad y a vivir de acuerdo con Su propósito, sin preocuparnos por las expectativas del mundo. Al entender quién somos para Dios, para nosotros mismos y para el mundo, podemos vivir con una identidad firme y en paz, confiando en la gracia y la verdad de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario