Benignidad: Es hora de entender realmente qué es y cómo vivirla.

Reflejo del Amor y Compasión de Dios

La benignidad es un fruto del Espíritu que refleja la amabilidad, compasión y deseo genuino de hacer el bien a los demás. Es más que una actitud superficial; es un carácter transformado por el amor de Dios que busca el bienestar de otros, sin esperar nada a cambio. Al igual que otros frutos del Espíritu, la benignidad no surge automáticamente solo por ser creyente, sino que se cultiva a través de la obediencia a la Palabra de Dios y la eliminación de actitudes como el favoritismo. La benignidad se desarrolla cuando adoptamos una actitud sincera de servicio y generosidad hacia los demás, sin importar su estatus o acciones hacia nosotros.

El Llamado a Amar y Hacer el Bien

En Lucas 6:35, Jesús nos desafía a "amar a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos." Este versículo nos recuerda que la benignidad implica hacer el bien incluso a aquellos que no nos lo devuelven, y que el ejemplo perfecto de benignidad es Dios mismo, quien es amable y compasivo incluso con aquellos que no lo merecen.

El llamado de Jesús es radical: no solo debemos amar a los que nos aman, sino también a nuestros enemigos. Si esto resulta difícil, podemos empezar con pequeños gestos de amabilidad. Un simple saludo o una acción amable puede ser el primer paso para cultivar la benignidad en nuestras vidas.

La Benignidad y la Imposición de la Perfección Cristiana

En Mateo 5:47-48, Jesús nos dice: "Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿Qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." Aquí, "perfecto" se refiere a la madurez en el amor de Dios, es decir, imitar a Dios en su bondad y benignidad, quien no hace acepción de personas. Este llamado a la perfección no significa ser sin pecado, sino llegar a la plenitud de vivir como Cristo vivió, con un amor incondicional y generoso hacia todos.

Practicando la Benignidad en la Vida Cotidiana

  1. Compartiendo para las necesidades de los santos: En 1 Juan 3:17, se nos desafía: "Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo permanece en él el amor de Dios?" Aquí se nos llama a actuar con benignidad al compartir nuestros recursos con quienes tienen necesidades, especialmente aquellos de la comunidad de creyentes. El amor de Dios no puede permanecer cerrado en nuestro corazón si vemos una necesidad y no actuamos.

  2. Practicando la hospitalidad: Hebreos 13:2 nos recuerda: "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles." La hospitalidad es una expresión práctica de benignidad. Ofrecer un lugar seguro y acogedor a los demás, especialmente a aquellos que lo necesitan, es una manifestación del amor de Dios en acción.

  3. Bendiciendo a los que nos persiguen: En Mateo 5:44, Jesús nos enseña: "Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen." La benignidad se refleja en la manera en que respondemos a la persecución y a las injusticias. En lugar de responder con resentimiento o venganza, estamos llamados a bendecir a aquellos que nos maldicen y orar por ellos, imitando la actitud de Cristo.

La benignidad es un reflejo del carácter de Dios en nuestras vidas. Al vivir con amabilidad, compasión y generosidad, estamos demostrando el amor de Dios a los demás. La benignidad no se limita a actos de bondad hacia quienes nos son cercanos, sino que se extiende a todos, incluyendo a nuestros enemigos. Como creyentes, estamos llamados a ser perfectos en el amor, imitando a Dios quien es benigno incluso hacia los ingratos y malos. Al practicar la benignidad, cultivamos una vida más cercana a la imagen de Cristo, promoviendo la unidad, la reconciliación y el amor incondicional en nuestras relaciones.

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